Konstantin: Dejo en este haiku mi comentario, después de una atenta lectura a todo lo publicado últimamente. Tienen el encanto y la frescura de lo recién cosechado. Ha sido un placer leerte y compartir cada instante, cada vivencia, y quedarse uno con ese "olor a tierra y enebro en las manos..."
Tu opinión tiene un enorme peso para mí, ya que en tus escritos no es difícil reconocer la clase de persona que hay detrás.
Que no te estoy devolviendo las amables palabras. Soy sincero. Me alegro muchísimo que hayas hecho tuyas estas inspiraciones y que hablemos el mismo idioma.
K, cómo me gusta este hk ! Siento el esfuerzo y el placer de haber conseguido la cumbre y oler, ver, sentir en mis manos el camino recorrido. Muy bello !!! Un abrazo
!Mirta! Hacía tiempo que no dejabas huella por aquí.
Qué cosa más extraña, ¿verdad? Que a uno se le ocurra olerse las manos cuando se supone que tendría que estar emebebecido por la majestuosidad del panorama que se abre a la vista. Pero así somos nosotros, los pobres seres humanos: alcanzamos lo grande a través de los palpable y aguantando el sufrimiento. Paradójicamente, en ello está nuestra verdadera grandeza.
Konstantin:
ResponderEliminarDejo en este haiku mi comentario, después de una atenta lectura a todo lo publicado últimamente. Tienen el encanto y la frescura de lo recién cosechado. Ha sido un placer leerte y compartir cada instante, cada vivencia, y quedarse uno con ese "olor a tierra y enebro en las manos..."
¡Muy bello!
Un abrazo.
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ResponderEliminarQuerido Juan Carlos:
Tu opinión tiene un enorme peso para mí, ya que en tus escritos no es difícil reconocer la clase de persona que hay detrás.
Que no te estoy devolviendo las amables palabras. Soy sincero. Me alegro muchísimo que hayas hecho tuyas estas inspiraciones y que hablemos el mismo idioma.
Un abrazo,
Konstantin
K, cómo me gusta este hk !
ResponderEliminarSiento el esfuerzo y el placer de haber conseguido la cumbre y oler, ver, sentir en mis manos el camino recorrido.
Muy bello !!!
Un abrazo
!Mirta! Hacía tiempo que no dejabas huella por aquí.
ResponderEliminarQué cosa más extraña, ¿verdad? Que a uno se le ocurra olerse las manos cuando se supone que tendría que estar emebebecido por la majestuosidad del panorama que se abre a la vista. Pero así somos nosotros, los pobres seres humanos: alcanzamos lo grande a través de los palpable y aguantando el sufrimiento. Paradójicamente, en ello está nuestra verdadera grandeza.
Un abrazo,
K.